Arturo Alejandro Muñoz
Oficialmente, el estado de Israel nació el año 1947 gracias al empuje de su verdadero fundador, el imperio británico, cuando la Sociedad de las Naciones, al terminar la Primera Guerra Mundial (1914-1918), le entregó el mandato sobre el territorio de Palestina a objeto que pudiese crear “un hogar nacional para el pueblo judío”.
En 1897, el judío austríaco Teodor Herzl organizó el primer congreso sionista en Basilea, Suiza, cuyo programa decía: «el sionismo quiere crear un hogar para los judíos en Palestina, al amparo de la ley pública». El centro de este movimiento se estableció en Viena, donde Herzl publicó su semanario oficial Die Welt (El mundo). Los congresos sionistas se reunían anualmente hasta 1901 y después cada dos años. Cuando el gobierno otomano rechazó la propuesta de Herzl de otorgar la autonomía a Palestina, los sionistas buscaron el apoyo de Gran Bretaña.
En 1903 el gobierno británico ofreció a los judíos 6 mil millas cuadradas deshabitadas en Uganda (en aquel entonces, colonia británica) para que se establecieran en ese lugar de África, pero los sionistas rechazaron esta oferta e insistieron en Palestina.
Con el estallido de la primera Guerra Mundial (1914-1918), el sionismo se extendió, y los judíos rusos que vivían en Inglaterra promovieron la Declaración de Balfour, mediante la cual los británicos prometían apoyar a los judíos en la creación de un estado nacional judío en Palestina. Esta declaración fue incluida en el mandato británico de la Liga de las Naciones sobre Palestina el año 1922. Tres años más tarde, la población judía en Palestina se estimaba oficialmente en 108 mil personas; ocho años después ascendía a 238 mil. La inmigración judía fue moderada, pero se incrementó violentamente cuando se produjo el ascenso del nazismo en Alemania.
Bajo el mandato británico, muchos campesinos árabes fueron desarraigados de sus aldeas y despojados de sus tierras. La población árabe temía que, eventualmente, Palestina se convirtiera en un estado judío y hacía todo lo posible para resistir a los sionistas y a la política británica que los apoyaba. Hubo varias revueltas árabes, especialmente en 1929 y 1936-39, que provocaron que los ingleses limitaran el apoyo a los sionistas, lo que causó una ola de atentados terroristas sionistas contra árabes e ingleses.
Uno de ellos -quizás el principal en la época- fue la voladura del Hotel Rey David, cuartel general de los británicos, quienes perdieron en ese atentado a más de 90 de sus hombres. El Irgún, organización terrorista judía, se adjudicó el atentado, aduciendo que era la respuesta sionista a la acción que los soldados ingleses habían desarrollado semanas antes en la Operación Agatha (fue la invasión de tropas inglesas a la Agencia Judía, arrestando a más de dos mil judíos por porte ilegal de armas y asociación ilícita para atentar contra la presencia inglesa en Palestina).
Posteriormente, en Alemania, a partir de 1938, con La Noche de los Cristales Rotos o Kristallnacht y la escalada del nazismo, la exterminación de judíos en Europa y el acoso que sufrieron en buena parte del mundo, provocó que un gran número de judíos buscara refugio en Palestina y muchos otros, especialmente de los Estados Unidos, se unieran al sionismo. Como la tensión árabe-sionista crecía, los británicos decidieron dejar el asunto en manos de la ONU. Ésta propuso, en noviembre de 1947, la división del territorio en dos naciones separadas, la árabe y la judía, así como la internacionalización de Jerusalén.
Al año siguiente, 1948, el Estado de Israel declaró su independencia (del mandato británico) y se inició de inmediato la guerra árabe-israelí, ya que los primeros no aceptaron la resolución de la ONU y se alzaron en severa protesta. De allí en más, no ha sido posible establecer una paz sólida y permanente en aquel histórico sector del Oriente Medio.
Una tras otra se han sucedido batallas y guerras. La convivencia entre ambos pueblos ha sido más que esquiva. Atentados terroristas, masacres de civiles e inquina profunda por parte de ambos bandos, fueron el pan diario que palestinos e israelíes hubieron de consumir rutinariamente.
<<La primera guerra árabe-israelí (1948-1949) finalizó con la victoria de Israel y su ocupación de casi el 80 % del antiguo territorio palestino (en vez del 55 % sugerido por la ONU (Organización de las Naciones Unidas). El resultado fue la expulsión forzada de la población árabe de Palestina y su migración en calidad de refugiados a los países vecinos.
<<En 1956, cuando el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser nacionalizó el Canal de Suez en beneficio de la economía de su país y en perjuicio de los intereses económicos extranjeros, el Estado de Israel apoyó al Reino Unido y Francia y facilitó su invasión de la península del Sinaí (territorio egipcio).
<<El gobierno de Estados Unidos repudió la invasión y la ONU intervino. Finalmente, luego de una serie de negociaciones, las tropas extranjeras se retiraron de la península, que quedó ocupada por las Fuerzas de Emergencia de las Naciones Unidas>>.
(Fuente: https://humanidades.com/guerra-de-los-seis-dias-1967/#ixzz8nboyjLcG)
Hasta que en el año 1967 se produjo un significativo cambio en el débil equilibrio que había caracterizado a los contendores. La ‘guerra de los seis días’ marcó un antes y un después en aquella zona. Al comenzar el mes de junio de 1967, las fuerzas israelíes se adelantaron al ataque de los ejércitos de Libia, Egipto y Siria, propinándoles una derrota absoluta. Como resultado, el Estado de Israel tomó posesión de la península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán.
Eran los años de la ‘guerra fría’, y en aquel conflicto los adversarios semitas contaron con el apoyo de las grandes potencias mundiales en pugna: EEUU junto a Israel, y la URSS junto a las naciones árabes.
A partir de ese momento la balanza se inclinó contando tan solo con un platillo: el israelí. Años más tarde caerían en Europa los muros ideológicos y el socialismo real se mudaría al sótano de la política internacional. Israel, entonces, con el apoyo de EEUU y varios países del viejo continente, encontró campo llano y aquiescencia en Occidente para hacer, en Oriente Medio, lo que se le antojara, vale decir, lo que le interesase. Un ejemplo de ello ocurrió en Beirut con el asesinato de cientos (tal vez miles) de refugiados palestinos durante “la guerra del Líbano”…fue en los barrios de Sabra y Shatila, septiembre de 1982.
Nada detuvo a Israel, ni siquiera los ofrecimientos de acuerdos en Camp David bajo la supervisión estadounidense, su principal aliado y contribuyente, de modo que el gobierno de Tel-Aviv apuntó finalmente sus objetivos hacia Gaza. Comenzaron las invasiones de colonos judíos desplazando a los palestinos que habitaban determinadas zonas para, luego, ya sin ambages, dar paso a la instalación de población judía en lo que Israel llamaba “territorios reconquistados”. El apoyo de EEUU era total, además del apoyo pro israelí de varios países de Europa occidental, principalmente Francia.
Por cierto, hubo respuestas árabes, como la de Al Fatah -bajo la dirección de Yasser Arafat- y más tarde Hezbollah y Hamas, que, pese a su organización y valiente resistencia, no conformaban un ejército como tal.
Hoy, el presidente israelí, Benjamin Netanyahu, ha autorizado bombardeos indiscriminados contra territorios donde su gobierno afirma haber detectado locaciones en las que se refugiarían militantes de Hezbollah y/o de Hamas, destruyendo sin piedad vastas zonas habitadas por población civil palestina.
La ofensiva militar de Israel comenzó en octubre 2023 tras los ataques de Hamas -y otros grupos armados palestinos- contra población israelí. Durante esos ataques, cerca de 1.200 personas israelíes y extranjeras perdieron la vida, entre ellas al menos 282 mujeres y 36 niñas y niños. Los ataques de Hamas constituyeron graves violaciones del derecho internacional humanitario: más de 250 personas, entre ellas 38 niñas y niños, fueron tomadas como rehenes, y la información es que 96 de esas personas siguen retenidas en Gaza.
Israel, a su vez, incrementó sus bombardeos e invasiones armadas en territorio palestino. Las cifras de la organización Action on Armed Violence hasta el 23 de septiembre del 2023 (un mes antes del ataque terrorista de Hamás) mostraban que Israel había lanzado un promedio de un ataque cada tres horas sobre infraestructuras civiles en Gaza con armas explosivas desde el comienzo de la guerra.
Los registros —que no son exhaustivos— revelaban que las armas explosivas israelíes alcanzaron un promedio de:
- Un hogar cada cuatro horas
- Una tienda o refugio temporales cada 17 horas
- Una escuela u hospital cada cuatro días
- Un punto de distribución de ayuda o almacén cada 15 días
El ejército de Israel ha cometido violaciones del derecho internacional humanitario tan graves que pueden llegar a constituir crímenes contra la humanidad. El nivel de destrucción que se observa es indicativo del uso desproporcionado de la fuerza que ejerce Israel en materia de objetivos militares, y de la incapacidad de discernir entre un objetivo militar y la población civil. El ejército y la aviación israelíes han lanzado ataques constantes a infraestructuras vitales para la supervivencia de la población civil, que ha sido desplazada por la fuerza, decenas de veces, a las denominadas «zonas seguras», que no cumplen las obligaciones humanitarias, y que también han sido bombardeadas o atacadas con regularidad.
Los ataques y bombardeos israelíes sobre Palestina en la Franja, han causado la muerte de 46.000 personas, y desplazaron a casi toda la población del territorio en medio de un bloqueo en curso que ha provocado una grave escasez de alimentos, agua potable y medicinas.
Israel se enfrenta a acusaciones de genocidio en la Corte Internacional de Justicia por sus acciones en el enclave. Pero, EEUU no ceja en su apoyo militar, económico y político al gobierno de Netanyahu, acentuando a grados insospechados la impunidad en la que este actúa. Las fuerzas israelíes han matado y mutilado a niños y niñas en la Franja de Gaza a un ritmo sin precedentes. Más de 13.800 niños y niñas palestinos murieron en Gaza y 33 niños y niñas israelíes fueron asesinados por grupos armados de Hamás en los ataques del 7 de octubre 2023.
Gracias a la porfía criminal de gobiernos como el de EEUU y algunos gobiernos europeos, la impunidad con que cuenta Israel continuará ejerciendo su poder y su mando en esa delicada zona del planeta.