Dicen aquellos que saben
de lo cruel de las ausencias, esos que se van muy lejos
con el afán de una estrella,
y los que trémulos quedan
sin saber si andando el tiempo,
es posible que se vean;
aunque puede ser que nunca en sus senderos se alcancen,
como en esta despedida;
donde sólo la esperanza, tristemente; llora y canta…
Se hicieron en sus entrañas, unas lágrimas de plata,
que brotan por las miradas,
de esos que ahora se marchan,
también se hicieron de oro,
los lagrimones de aquellos
que ven partir a quien aman, mujeres criando hijos, pequeños con sus abuelos,
madres de cabellos blancos, con una noble tristeza
que se les nota en sus caras,
emociones prisioneras
que en los sollozos se escapan,
unas resbalan al suelo
del puerto de las distancias
y otras que se van mojando
el rostro del aquel amado,
que está noche;
ya no dormirá en su casa,
lleva un ideal en su alma,
una maleta de sueños
y apretada su garganta…
La migración, es cuál pena
de dolores transparentes,
que busca ser bendecida porque nace como santa,
es renunciar a una vida,
para darle las ventajas
a los que esperan rezando
por ese ser que se marcha.
Un valiente anda luchando
por los suyos las batallas,
en tierras donde hace frio
pero abundan las bonanzas,
un migrante es una flor
que perfuma en la distancia,
no hay género,
solo manos; que buscan quien las entienda,
no hay diferencia,
son soldados de almas grandes,
que DIOS les de providencia, que los alumbre en sus sendas
y que alguna vez en el tiempo, no se lloren las distancias,
que puedan ir y venir,
haciendo grandes las PATRIAS…
Oscar Nemer..